[…] era cierto que los trabajos del ferrocarril terminaban allí. Los periódicos son como algunos relojes que tenían la manía de adelantar, y habían anunciado prematuramente la conclusión de la línea […]2
Durante la década de 1920, el Estado mexicano incorporó el tema del turismo a los programas de gobierno y lo reconoció oficialmente como una “industria”3 con potencial y posibilidades para atraer divisas a nuestro país. Sin embargo, algunos estudiosos del ferrocarril, como Rafael Barquín Gil4 o Alejandro Semo,5 han señalado que el proceso de conformación del turismo como una industria moderna y como fenómeno masivo se desarrolló en el último cuarto del siglo XIX, periodo en el cual se potenció el tendido de las vías férreas.
A partir de la inauguración del Ferrocarril Mexicano, en enero de 1873, se publicaron en la prensa no solo los horarios de su recorrido, sino también noticias relacionadas con las ventajas de utilizar este medio de transporte. Así, aparecieron anunciadas crónicas de viaje en las que se describían los lugares de descanso a lo largo de la ruta ferroviaria. Con los años, las propias empresas ofrecieron corridas especiales para visitar algunos santuarios o para conocer las maravillas que tenían las ciudades por las que atravesaba. Como apunta Alejandro Semo
[…] son las empresas del ferrocarril que en un principio establecieron paseos a eventos religiosos y civiles, los cuales incluyeron boleto de ida y vuelta y espacios de recreación propios. Más tarde surgieron viajes a destinos más alejados con eventos de carácter comercial o de recreación que incluían actividades festivas y la visita a lugares históricos con descuentos especiales, incluidos lugares de alojamiento. El ferrocarril también impulsó lugares específicos de caza y de aguas termales, en donde se realizaban inversiones importantes en poblados que en el pasado eran escasamente visitados.
En efecto la “industria del turismo”, como la denomina Semo, surgió al amparo del ferrocarril y se asoció a la masificación de impresos de promoción, así como a guías informativas y almanaques, los cuales contenían una amplia información para quienes quisieran ubicar oficinas gubernamentales, hoteles, líneas telegráficas o de tranvías; saber los costos y las distancias, entre otros datos.
Uno de los primeros impresos que hacen referencia al turismo ferroviario, de los que se tiene noticia, lleva por título Guía del viagero de México a Veracruz: Directorio de negocios de las ciudades de Veracruz, Orizaba, Huamantla, Puebla y México. El texto fue supervisado por Gustavo G. Gostkowski6 y Gustavo Adolfo Baz, impreso en 1873 bajo el sello de Tip. de J. A. Bonilla. Dicha obra se acompaña de un plano topográfico, un almanaque y propaganda de casas comerciales de la época.
Este documento marca el arranque para la producción e impresión de publicaciones elaboradas con el fin de promocionar al ferrocarril. El primer apartado de esta obra se ocupa de las noticias generales, geográficas, políticas y comerciales de nuestro país, las cuales fueron documentadas por medio del Atlas general de la república publicado por el geógrafo Antonio García Cubas; El diccionario de geografía e historia (en su edición mexicana) y el Ensayo político sobre la Nueva españa de Humbolt; el Derecho constitucional del señor Castillo Velasco; el Compendio de Geografía especial de México de Joaquín Arróniz, entre otras obras que sirvieron de soporte.
Otro apartado más está dedicado a la Ciudad de México. En él se presentan datos sobre su ubicación geográfica, algo de historia y la descripción de los sitios más notables: la Alameda, el jardín de la plaza, la calzada de Reforma, el paseo de la Viga, el Museo Nacional, la escuela nacional de Bellas Artes, sólo por mencionar algunos. En materia de comunicaciones se anuncian los precios de pasaje, las horas de salida, el itinerario de cada empresa ferroviaria o de diligencia, los coches de alquiler, el telégrafo, los correos, etcétera.
En el mismo apartado, ocupa un lugar destacado la sección Hoteles, fondas y baños, en la que se reseñan los lugares destinados para un descanso placentero. Por ejemplo, en relación con los hoteles encabeza la lista el hotel Iturbide, que perteneció al emperador Iturbide, ubicado en la calle de San Francisco,7 a espaldas de la casa de Diligencias; aunque también se mencionan los de menor costo, como Escalerillas, Vergara y Guadalupe. Para el disfrute de un buen café, una nieve o una buena comida proponen la visita a la Concordia, sitio que se ubicó en la esquina de San José el Real y Plateros.8
La ubicación de las oficinas públicas del gobierno del Distrito también están consigadas en la guía, así como la de los mercados, hospicios, hospitales, cerceles, teatros, consulados, cementerios, tiendas y casas de comercio. Cabe decir que la obra está bien documentada. Para la elaboración de este apartado los autores consultaron las publicaciones Guía del viajero en México, escrita por Marcos Arroniz en 1858; la Memoria a la carta hidrográfica del Valle de México y las Memorias sobre el plano de la ciudad de México, presentadas por Manuel Orozco y Berra; el Calendario guía de F. Díaz de León y Wahite; Los conventos suprimidos y Estudios arqueológicos de Ramirez Aparicio.
Un apartado especial está destinado al Ferrocarril mexicano. En él se incluye no solo una breve reseña histórica de la línea, sino que se realiza una descripción pormenorizada, kilómetro por kilómetro, de la misma. Así se lee:
“Apizaco (86m. 139, ¼ km) población creada por el ferro-carril mexicano. Hace diez años no existía nada en esos lugares donde hoy se nota una animación que envidiarían algunas poblaciones que cuentan siglos de existencia. De Apizaco se desprende el ramal a Puebla que hoy se proyecta prolongar hasta Atlixco y Matamoros Izucar, en cuyo caso los prductos de la tierra caliente se exportarán por el Golfo, pasando por Puebla y Apizaco. Pasando Apizaco existe en la vía férrea un hermoso puente, el primero de importancia que se encuentra saliendo de Méxio en todo el tramo hasta Huamantla, se elevan algunos viaductos de fierro también para dar paso a las aguas que en inmensos raudales se desprenden de vertientes de la Malinche… Puebla posee dos teatros, varios jardines públicos y su calles son rectas y bien construidos sus edificios… Hay en la actualidad dos hoteles y varios mesones; el hotel de las Diligencias es el que tiene mejor fama […]”.9
Colofón
La Guía del viajero fue una publicación que, además de circular en México, se distribuyó en el extranjero. En la Ciudad de México, Puebla y Veracruz tuvo un costo de 50 centavos, mientras que en los demás estados de la República y en el extranjero fue de 75. Fue la primera obra con una orientación a los usuarios del ferrocarril. Tuvo como antecedente las crónicas de viaje que Gostkowski publicó en los diarios Dominical y Monitor Repúblicano.
Un dato curioso de la obra es que quienes se plantearon este proyecto editorial no eran precisamente hombres de letras. Sin embargo, se documentaron, recorrieron la línea y se acercaron a los ingenieros Cravoley, Gibbs, Buchanan, Braniff y Milo, quienes conocían el territorio porque habían estado en él y eran quienes habían desarrollado las magnas obras de infraestructura. Los editores se plantearon, gracias al éxito que obtuvieron, llevar a cabo ediciones subsecuentes. Prueba de ello es que en la impresión que resguardamos los autores suplicaban, a todo aquel que la adquiría, le hiciera llegar todas las observaciones que consideraran pertinentes, con el propósito de hacer las correcciones necesarias a las ediciones posteriores.
Lo cierto es que, como ya mencionamos, esta obra marca el inicio de las publicaciones dedicadas a fomentar el turismo por ferrocarril. Más tarde, en 1882, Irineo Paz publicó la Nueva guía del viajero en México para 1883: el libro de oro para los hombres de negocios, en la que incluyó noticias del Ferrocarril Mexicano y, también, datos relacionados con la Compañía Constructora del Ferrocarril Nacional Mexicano. Dos años después, Juan de la Torre publicó dos obras, una para la Compañía del Ferrocarril Central Mexicano y otra para el Nacional Mexicano.
En 1894, Adalberto de Cardona publicó el almanaque El Ferrocarril Mexicano: Descripción de un viaje de la Capital Azteca al Puerto de Veracruz, tomada de la interesante guía de viajeros intitulada de México a Chicago y Nueva York. Se trata de una reseña histórica del primer ferrocarril de México y las principales ciudades que atraviesa. En esta obra se incorporan tanto los sitios de interés, como los costos de pasaje. Además, se describen las estaciones y se incluyen los costos en los hoteles, mesones, restaurantes y diligencias.
Años más tarde, en 1923, al cumplirse el cincuentenario de la inauguración de la línea del Ferrocarril Mexicano, los hermanos Castillo, Edmundo y Francisco, funcionarios de esta empresa, se dieron a la tarea de publicar la obra De México a Veracruz 1873 – 1923. Por la línea más pintoresca de América. Guía histórico-descriptiva, una obra por demás enriquecida con los años en impresiones posteriores, ya que en ellas se incluyó una descripción muy pormenorizada de la zona electrificada, entre Esperanza, Puebla y Paso del Macho.
Podría continuar describiendo la riqueza que guarda cada uno de estos impresos, pero prefiero hacerles una invitación para que los conozcan y los consulten en la Biblioteca Especializada del Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias.
Fuentes consultadas
Archivos
Centro de Documentación e Investigación Ferroviarias, Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero, Secretaría de Cultura.
Bibliografía
Barquín Gil, Rafael, “El Turismo y los primeros ferrocarriles españoles (1855-1914)”, en IV Congreso de Historia Ferroviaria, 2012. Recuperado de: https://handbook.usfx.bo/nueva/vicerrectorado/citas/SOCIALES_8/Turismo/RB%20GIL.pdf
Luna Rosales, Américo, “Gustavo G. Gostkwski: de México a Veracruz” en Tema y variaciones de literatura. La mirada extranjera sobre México, no. 11, semestre 1, 1998. Recuperado de: http://zaloamati.azc.uam.mx/handle/11191/1478
Mateos, Jimena, “El turismo en México: la ruta institucional (1921-2006)”, en Cuadernos de Patrimonio Cultural y Turismo, número 14. Recuperado de: https://www.cultura.gob.mx/turismocultural/cuadernos/pdf14/articulo2.pdf
Semo, Alejandro, El ferrocarril en México (1880-1900). Tiempo, Espacio y Percepción. México, CNPPCF, Secretaría de Cultura (Colección Horizonte Ferroviario), 2019.
2 Julio Verne escribió la novela La vuelta al mundo en ochenta días y la publicó por entregas en Le Temps desde el 7 de noviembre hasta el 22 de diciembre de 1872, el mismo año en que se sitúa la acción. Después, sería publicada íntegramente el 30 de enero de 1873.
3 Jimena Mateos, “El turismo en México: la ruta institucional (1921-2006)”, en Cuadernos de Patrimonio Cultural y Turismo, número 14. Recuperado de: https://www.cultura.gob.mx/turismocultural/cuadernos/pdf14/articulo2.pdf
4 En el IV Congreso de historia ferroviaria, Rafael Barquín Gil presentó el artículo, “El Turismo y los primeros ferrocarriles españoles (1855-1914)”, en el que señala que la influencia del ferrocarril sobre la aparición y el desarrollo de los destinos turísticos es un asunto más complicado. Sin embargo, el ferrocarril contribuyó al crecimiento de muchos de ellos, para más información ver Rafael Barquín Gil, El Turismo y los primeros ferrocarriles españoles (1855-1914), en IV Congreso de Historia Ferroviaria, 2012. Recuperado de: https://handbook.usfx.bo/nueva/vicerrectorado/citas/SOCIALES_8/Turismo/RB%20GIL.pdf última revisión el 14 de octubre de 2022.
5 Alejandro Semo, El ferrocarril en México (1880-1900). Tiempo, Espacio y Percepción. México, CNPPCF, Secretaría de Cultura (Colección Horizonte Ferroviario), 2019.
6 Gustavo Gosdawa, barón de Gostkowski, nació entre los años de 1840 y 1846 en Polonia. De madre francesa y padre polaco, perteneció a una familia aristocrática. Llegó a México en 1868. Trabajó para el diario El Trait d’Union, periódico escrito en francés que se publicaba en nuestro país. Se sabe que llegó a México con la intención de trabajar en la construcción de los ferrocarriles mexicanos. Sin embargo, no se sabe si realmente llegó a hacerlo, pero sí que su profesión era la de ingeniero. Publicó crónicas de sus viajes en el Ferrocarril Mexicano, las cuales aparecieron publicadas en 1870, en el Monitor Republicano, en la sección Humoradas dominicales. Para más información ver Américo Luna Rosales, “Gustavo G. Gostkwski: de México a Veracruz” en Tema y variaciones de literatura. La mirada extranjera sobre México, no. 11, semestre 1, 1998. Recuperado de: http://zaloamati.azc.uam.mx/handle/11191/1478 última revisión el 14 de octubre de 2022.
7 Actualmente es Avenida Francisco I. Madero 17, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. El recinto es propiedad del Banco Nacional de México y es usado para exposiciones como Palacio de Cultura Banamex.
8 Ahora Madero e Isabel la Católica.
9 Página 28 y 49.