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sept – diciembre 2017
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Lorem fistrum por la gloria de mi madre esse jarl aliqua llevame al sircoo. De la pradera ullamco qué dise usteer está la cosa muy malar.
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Resumen
Entrevista realizada por Patricio Juárez Lucas, jefe de Departamento de Archivo Histórico, el 14 de julio de 2011, al ex trabajador ferrocarrilero José Anastasio Ríos Villamil.
Palabras claves: trabajador ferrocarrilero, Ferrocarriles Nacionales de México, fuerza motriz.
PJ: ¿Fecha de nacimiento?
JAR: 28 de octubre de 1938.
PJ: ¿En dónde nació?
JAR: En el pueblo de la Magdalena Mixhuca, en el Distrito Federal.
PJ: ¿Cuándo ingresó a los Nacionales de México?
JAR: El 1 de febrero del 1959.
PJ: ¿En qué rama ingresó a los ferrocarriles?
JAR: En Fuerza motriz.
PJ: ¿Haciendo qué?
JAR: Como ayudante auxiliar, auxiliar extra. Teníamos un cabo que nos mandaba; éramos como quince muchachos y de allí nos distribuía para hacer cualquier cosa para todos los departamentos, llevar material a la herrería, a la pailería o a la cobrería, cuestión de llevar material que necesitaban, éramos auxiliar extra.
PJ: ¿Cuándo se jubiló?
JAR: El 1 de junio de 1994.
PJ: ¿En qué rama se jubiló?
JAR: En Fuerza motriz, como oficial compensado.
PJ: ¿Eso qué era?
JAR: Ya era oficial, ya era yo compensado.
PJ: ¿Qué hacía?
JAR: Ya aquí en el Valle (de México) tenía que hacer inspecciones a las máquinas diesel, lavar motores, todo lo de arriba, el generador principal, inspecciones de viaje que a veces nos daban, que no le faltara algo, por ejemplo, que tenía que ver el aceite del gobernador, aceite del excitador, del auxiliar, todo eso.
PJ: ¿Pero ya con diesel eléctricas?
JAR: Sí, ya con diesel-eléctricas.
PJ: ¿En qué divisiones trabajó?
JAR: En Nacionales de México.
PJ: ¿A qué sección del sindicato perteneció?
JAR: A la quince.
PJ: ¿Y cuándo fue a Oriental?
JAR: Iba yo como ayudante, porque no ascendí.
PJ: ¿Tiene o tuvo familiares en el ferrocarril?
JAR: No, así familiares grandes no, solo dos hermanos, pero no tenemos familiares que hayan pertenecido al ferrocarril.
PJ: Entonces, ¿cómo entró?
JAR: Entré de contrabando, porque había un pintor que llevaba el apellido de nosotros, Ríos, entonces entré como sobrino de él, pero así que tuviera mi papá o abuelos en el ferrocarril no, nunca tuve familiares en el ferrocarril.
PJ: Cuando entró, ¿dónde empezó a trabajar?
JAR: Aquí en San Lázaro.
PJ: ¿Que hacía?
JAR: Era auxiliar.
PJ: ¿Cuánto tiempo trabajó allí?
JAR: Hasta 1974, que desapareció, cerraron los talleres en el 74.
PJ: ¿Y de allí se fue?
JAR: Me mandaron a Oriental, mi primer día que trabajé allí fue el 21 de marzo del 1974.
PJ: ¿Cuando se fue a Oriental llevó familiares?
JAR: Después, primero fuimos cuatro muchachos, tres, uno me duró una semana, le dieron su inglesa y ya no regresó, ya no regresó a la siguiente, el otro en sus descansos, le dieron su inglesa, también se vino para acá, ya no aguantó, yo fui el único que aguantó, cuatro años cinco meses quince días, allá, en Oriental.
PJ: Cuando se fu, ¿usted ya estaba casado?
JAR: Ya, ya tenía yo medio año, por eso me fui, ya no me quedaba otra cosa.
PJ: ¿Se fue con su familia?
JAR: No. Fui primero solo, ya después me los llevé porque era doble gasto, allá, gasto de comida y de hospedaje, y gasto para acá de la alimentación de mis hijos, nada más uno nació allá, el 20 de agosto de 1974.
PJ: ¿Cómo se llama?
JAR: Bernardo Ríos Ruiz. Yo me casé en 1973, creo que el 18 de octubre, mi hijo nació el 20 de octubre de 1974, es el mayor.
PJ: ¿Cuántos hijos tiene?
JAR: Tres hombres y una mujer.
PJ: ¿Ninguno de ellos dedicado al ferrocarril?
JAR: No, de eso no, es que ya fue más difícil entrar, cuando lo privatizaron fue más difícil.
PJ: ¿En Oriental siempre trabajó en esos talleres?
JAR: Sí, los cuatro años, cinco meses y once días.
PJ: ¿Nacieron más hijos allá?
JAR: No, todos nacieron aquí, en el hospital Colonia; el último nació en el Seguro Social, ya no me acuerdo si fue en 1982 o en el 83, el último muchacho.
PJ: ¿Después de Oriental a dónde lo mandaron?
JAR: Saqué un boletín de cambio de residencia, pero como relevador, iba yo a relevar a Pachuca, a Pantaco y al Valle (de México) diferentes días, diferentes turnos.
PJ: ¿Ya no tenía trabajo continuo?
JAR: Ya no, iba yo a relevar a Pachuca, iba yo el domingo, entraba a las 12 de la noche y ya para el lunes a las siete de la mañana vámonos para México de vuelta.
PJ: ¿Tenía alguna compensación por esos viajes?
JAR: Me dijeron los tomadores de tiempo, viáticos, nomás gastos de pasajes, nada más me daban eso.
PJ: Los primeros días en Oriental, ¿cómo lo vivió, o como resolvía su día a día?
JAR: Pues llegamos tres muchachos, primero fuimos a reportarnos con el maestro mecánico, y nos dijeron que teníamos que presentarnos tal día, sí nos presentamos, pero antes de regresar para acá buscamos casa donde quedarnos, hospedaje ya buscamos y ya conseguimos casa donde pagar renta, allí estuvimos los tres, le digo que uno me duró seis días, al otro le dieron su inglesa, había modo de trabajarla, porque quedamos de acuerdo con la persona indicada, yo la trabajaba y él se venía para acá, ya dejaba su tarjeta hecha y todo, era un convenio entre el mayordomo y el personal, el otro me duró sus descansos acumulables, ya nomás se vino para acá y ya no regresó.
PJ: ¿Por qué no les habrá gustado?
JAR: Pues es que estaba muy lejos, de plano el pueblo de allá está muy triste, hace mucho frío, y luego la familia aquí, quién canijos se iba, yo de plano me aguanté por necesidad, era recién casado, no me quedaba otra cosa, si hubiera pedido mi liquidación quién sabe que pasaría, buscaría otro trabajo después, quién sabe si lo encontraba y si no, tenía que batallar y batallar.
PJ: ¿Por qué los mandaron hasta allá?
JAR: Porque desapareció San Lázaro.
PJ: ¿A poco a todos los distribuyeron?
JAR: A varias partes.
PJ: ¿Entonces por qué a ustedes les tocó Oriental?
JAR: Porque era cosa de la empresa, yo creo que necesitaban personal, y todo pasó, éramos como veinte muchachos a diferentes áreas de pailería, pero por parte del sindicato ya no los cubrieron, solo cubrieron cinco, ya fuimos tres, un electrisista, del otro ya no me acuerdo qué era, otro puesto, pero ya no los ocuparon, todos se quedaron, la empresa ya nos los cubrió, el sindicato hizo por cubrirlos, pero todo era a favor de la empresa, todos se perdieron esos puestos, y los trabajadores tampoco lo reclamaron.
PJ: ¿Cuándo usted entró le tocó la huelga?
JAR: Apenas empezaba. Entré en febrero de 1959, ya no me acuerdo cuando fue la huelga, fue por esos días, fue un mes después de que entré a trabajar.
PJ: ¿Le tocaron los paros?
JAR: Sí, todavía, o sea que a mí no me importaba, porque acababa de entrar, pues qué hacía yo, todo pasó, cuando ya se arregló todo, todos tuvimos que reportarnos, los que tenían derecho, nos reportamos listos para trabajar. Yo no me reporté, sino mi hermano falsificó mi firma y por eso volví a entrar al ferrocarril, pero yo directamente no me reporté.
PJ: ¿Cómo entró usted, por azares del destino o para cubrir huecos de las gentes que se fueron a la huelga?
JAR: No, mi hermano, en paz descanse, entró en 1958. Había un compañero que vivía en la colonia, allá se fue a radicar y él trabajaba en el ferrocarril, entonces llevábamos con él una amistad, éramos vecinos, con él hicimos amistad y nos dijo: quieren trabajar en el ferrocarril, que nos metía él, metió a mi hermano, arregló para que entrara a trabajar, y posteriormente entré yo en 1959, él entró antes.
PJ: ¿Cómo se llama su hermano?
JAR: Víctor Ríos Villamil, en paz descanse.
PJ: ¿Él en qué rama estaba?
JAR: En Fuerza motriz, era tornero.
PJ: ¿Cuándo dejó de hacer los relevos?
JAR: Empecé a trabajar, ya no me acuerdo si me vine el 18 de octubre, yo nomás trabajé cuatro meses haciendo los relevos nada más, de allí me saqué un puesto temporal en Valle de México, de eléctrico, pero ya fijo, temporal pero ya fijo, ya no iba yo a los relevos, allí estuvo con un puesto como temporal, lo saqué del eléctrico de la Casa redonda.
PJ: ¿Allí cuánto tiempo estuvo?
JAR: Allí estuve cerca de dos años, luego tuve un puesto ya definitivo ya para no moverme del taller y me lo saqué, me fui al taller, allí también duré como dos años, después ya no me gustó porque era el puro sueldo fijo, allí no había tiempo extra ni nada, ya nada de eso, entonces en otro puesto me volví a regresar a la redonda, y ya cobraba por máquinas calientes, tiempo extra, refrigerio, ya era una ayuda, puntualidad y todas esas prestaciones, por eso me regresé.
PJ: ¿Allí, en la Casa redonda, hasta cuándo estuvo?
JAR: Ya me jubilé allí, allí llegué como ayudante, fui ayudante de Salvador Zarco, ya después hubo un puesto, me ofrecieron un puesto de compensado, y tuve suerte de sacármelo, y allí me mantuve.
PJ: ¿Qué se necesitaba para ascender al siguiente puesto?
JAR: Pos era boletín, usted podía pedir como temporal si había un puesto, si lo está ocupando un muchacho con menos derechos que yo, pues lo reclamo y sí me lo dan, pero temporalmente.
PJ: ¿Cuándo ya es definitivo?
JAR: Es por boletín, ya lo ofrecen y está a la vista.
PJ: ¿Tiene que ver con que alguien sepa más que otro, es decir que se haya capacitado?
JAR: Sí, si había un puesto y yo como ayudante, primero había que ver en qué rama, puede ser pailero, puede ser mecánico, puede ser cobrero, y todo eso, y según si uno podía desempeñarlo, uno podía hacer una aplicación, pero si usted no conoce la rama por qué se va usted a meter en broncas, así ya no se meten en broncas.
PJ: Volviendo a lo de Oriental, ¿cómo era el movimiento allí, de qué líneas llegaban más unidades a ser reparadas?
JAR: Allí nada más eran inspecciones de viajes, que no le faltara aceite a la gobernadora, las tolvas, ponerle grasas adonde el engrane de la máquina en las tolvas, ver zapatas. Como ayudante tenía un oficial, ese oficial tenía que ver todo el trabajo, yo como ayudante que tráeme esto, que tráeme lo otro y así, que teníamos que ver chumaceras, esas que van abajo había que ponerle aceite, lleva un refrescador para que comience a lubricar el aceite, el aceite del muñón, aceite de las ruedas, todo eso teníamos que hacer, que no le faltaran aceite.
PJ: ¿Usted qué herramientas usaba?
JAR: Trabajé eso en la noche cuando se paraban las tolvas, usaba una lámpara, una barreta para sacar o para levantar la tapa y alumbrarle, y ver que no le faltara aceite, entonces tenía la costumbre de alumbrarle, si veía yo que estaban algo negros los engranes esos estaban bien de aceite, y muchas veces me llamaban la atención y le metía los dedos, para cerciorarme, si veía que todavía tenía grasa , entonces estaba bien eso, a menos que ya viniera un poco claro entonces ya no tenía lubricación, entonces tenía yo que agarrar una cubeta, hacer unas bolas y metérselas adentro, echárselos, eso era en la tolva, volverlos a tapar.
PJ: ¿Estopa con aceite?
JAR: De las tolvas eran como chapopote, pero un poco más aguado, tenía usted facilidad de moverlo y echárselo, echárselo a las tolvas.
PJ: ¿Esa barreta le servía para levantar la tapa?
JAR: Sí, estábamos desde un escalón de las escaleras, levantábamos la tapa y ya se metía no debajo, de ladito, si venía muy pegado no se podía levantar con la mano, tenía uno que hacer maña y levantarlo, de noche, yo trabajaba de 0 a 7, ya que estaba bien ya era fácil taparlo, entonces tenía un tapón grande como de tonel, eso le metíamos.
PJ: ¿Qué posibilidad había de que se accidentaran en ese trabajo?
JAR: Un descuido nada más, yo sabía por ejemplo que había que meterse abajo (del material rodante), luego lo proveedores ya no le decían a usted ¡Quién está abajo! Ni nada, de momento hacían movimientos, entonces tenía uno que estar a las vivas.
PJ: ¿Para eso servía el oficial?
JAR: No, el oficial era el que iba arriba, los proveedores ni el oficial avisaba, nada, de momento hacían el movimiento, lo bueno sería que hubiera una bandera, no teníamos bandera de protección, que eso no se pudiera mover, no teníamos esa protección. Aquí en Pantaco nos tocó trabajar también de 0 a 7, ese día por poco me accidento, me hubiera muerto, porque estaba debajo de la máquina, los proveedores no pudieron avisarme, de pronto que mueven la máquina, esa vez alcancé a agacharme, luego usted iba haciendo inspección a los motores de tracción, tenía usted su manguera y todo para echar aire. ¿Si conocieron los aparatos para, manguera, echar solvex?, era una manguera y un aparato, aquí hay uno de esos; el solvente era como gasolina, pero no prendía, era para quitar el aceite, entonces ese aire salía como vapor para lavar los motores, una vez tenía yo mi manguera para trabajar, cuando de pronto siento que movían la máquina, entonces dijeron ¡quién!, ese día sí me enojé ¡Oigan tan siquiera avisen, vean que está uno abajo trabajando! Solo alcancé a aventar la manguera y bajarme, si tuve suerte de no morirme, las máquinas estaban paradas pero los proveedores no veían si estaba uno trabajando, en esas ocasiones si las movieron. No tenían precaución si estaba uno trabajando abajo, nada más llegaban y movían la máquina
PJ: Aquí en la Casa redonda, ¿qué es lo que hacía principalmente?
JAR: Como ayudante, pues ayudarle a mi oficial, ir a traer el solvex, revisar las chumaceras de abajo, tenía uno que estar pendiente de cerrar el aire, o préstame yo le soplo, quitarle todo el polvo de los motores, lo del tablero eléctrico y todo eso, limpiar con alcohol.
PJ: Decía usted que cuando crecieron sus hijos ya no pudieron entrar a ferrocarriles, ¿cuál era la causa principal de eso?
JAR: Pues no les gustó.
PJ: ¿A qué se dedican?
JAR: No tienen oficio.
PJ: ¿Dice usted que no les gustó, pero todavía existía la posibilidad de que los padres metieran a los hijos a trabajar?
JAR: Nunca promoví eso, no estuve enterado, no supe si había modo de entrar.
PJ: ¿Eso lo promovía el sindicato?
JAR: Por ejemplo, ese señor Salvador Zarco, cuando estuvo como representante de la sección quince tenía que dar autorización de si podía uno meter a alguno de sus hijos. Nunca lo fui a ver, pero sí se tenía que tener los papeles de un familiar que estuviera en ferrocarriles, solamente así le firmaba la carta para poder entrar y tramitar para trabajar.
PJ: ¿Qué marcas le dejó el trabajo?
JAR: Hasta ahorita en las manos no, más que los oídos, debido al ruido del vapor, cuando estaba yo en San Lázaro. La caldera tiene dos válvulas hasta arriba del domo, entonces, ya cuando estaba completamente llena la caldera, lo aventaba por un tubo de 3 pulgadas, si no era una era la otra por la que se expulsaba ese vapor, eso me afectó el oído, ahora ya no soporto, cuando voy en el metro ya no soporto el ruido de esos señores que venden sus cassettes, discos; me tengo que tapar los oídos, ya no los soporto.
PJ: ¿Tenían poco conocimiento de medidas de seguridad?
JAR: Nada más las mascarillas, porque teníamos un solvente que nos perjudicaba, sí nos drogábamos, pero eran muy sencillas las mascarillas.
PJ: ¿No tenían tapones para los oídos?
JAR: Nada de eso.
PJ: ¿Esas lesiones que usted tiene eran frecuentes en el trabajo que ustedes hacían?
JAR: No, lo comencé a sentir cuando ya salí jubilado, ya empecé a sentir todo eso, porque como está uno acostumbrado al ruido, también a la presión del aire de la válvula, de la manguera era mucho el ruido del aire, tenía que soplarle, a veces había en las máquinas 87, en esas máquinas el generador principal estaba encerrado en un cabina, nada más tenía una puerta de entrada, teníamos que meter una manguera con cierta presión adentro de la cabina para que tuviéramos aire, aparte del que estaba soplando por lo que era más dura la presión, y tenía que tener cierta graduación, una vez salí drogado, las escaleras están en alto y luego una rampa, estaba tan drogado que por poco me caigo, sí, pues ya salí drogado, pero ya me controlé, estuve un ratito allí, y me bajé, y me fui a desintoxicarme.
PJ: Nos decía usted de su hermano, ¿él donde estuvo trabajando?
JAR: Él entró allí en San Lázaro, cuando desapareció San Lázaro lo mandaron para San Luis Potosí, pero él se vino más pronto que yo, se regresó al Valle de México además de Oriental.
PJ: ¿En qué otros lugares estuvo trabajando?
JAR: Solamente allí, porque cuando ya me cambié por cambio de residencia, fue por relevos, iba yo a relevar a Pachuca, a Pantaco, y al Valle, pero en diferentes turnos.
PJ: ¿Entonces dónde trabajó permanentemente, en San Lázaro, Oriental y Valle de México?
JAR: Sí.
PJ: ¿Dónde se jubila?
JAR: Allí, me jubilé.
PJ: ¿En la Casa redonda?
JAR: Sí, allí en la Casa redonda me jubilé.
PJ: ¿Y en Pachuca?
JAR: Allá nada más iba un día, iba los domingos.
PJ: ¿Cumpliendo las mismas funciones?
JAR: Allí, se llamaban inspecciones de viaje, nada más ver que no le faltara agua al motor, el motor principal, si le faltaba aceite le teníamos que echar, al gobernador, al excitador y al auxiliar tenía uno que ver que llevaran aceite. Esos estaban conectados directamente al motor y llevaban engranes, como ese de allá afuera hacia el excitador y llevaban engranes, eran los que movían el motor.
PJ: ¿Alcanzó usted buena jubilación?
JAR: Ya no me acuerdo, en cantidades de dinero no me acuerdo.
PJ: ¿Cómo lo sintió?
JAR: Es un cambio duro, es un cambio duro jubilarse, no nos preparamos, a mí se me hacía fácil, pero siempre hace falta el movimiento de los compañeros, levantarse temprano, acostumbrarse, es otra vida.
PJ: ¿Qué turno tenía cuando se jubila?
JAR: De 7 a 15 horas.
PJ: ¿Qué hizo después de la jubilación?
JAR: Compré un terreno aquí, en Ixtapaluca, fue lo que me ayudó, compré un terreno y andaba yo como los de San Quintín, picando piedra, así duré cuatro años, bajé piedra, era un cerro, para ponerlo a nivel como esto (refiriéndose al piso) le bajé 2.50, pero saqué piedra con cuña y marro, porque el pico no entraba, tenías que buscarle, meter la cuña, cuñas grandes tipo diamante, y ahora a pegarle a modo que botara, y si se enterraba la herramienta tenía usted que meterle unos pedazos de fierro, placas, solo así los botaba uno, así anduve cuatro años allí, haga usted de cuenta que estaba yo trabajando, me llevaba mi comida, me iba de mi casa a las siete, como a las nueve o diez de la mañana estaba yo allí y a trabajar hasta las tres o cuatro de la tarde, cuando ya me volvía a regresar.
PJ: ¿Allí tiene ahora su casa?
JAR: No, nada más está el terreno, ya está bardeado con pura piedra de esa, pura piedra de esa de cantera, tiene 50 centímetros de ancho por 2.50 metros de alto.
PJ: ¿Entonces dónde vive?
JAR: En la Magdalena Mixhuca.
PJ: ¿Cómo le hacemos para localizarlo?
JAR: Vengo los jueves al Museo de los Ferrocarrileros (lugar donde se realiza la entrevista). Aquí puedo hacer lo que puedo, más o menos tengo de capacidad, por ejemplo, esa máquina que está allí enfrente tiene la campana de bronce, estaba (la máquina) en Aragón, ahorita ya tiene la campana, la tenía pero ya no le funcionaba, ya no giraba, entonces sin la autorización de Salvador la arreglé sin la autorización de él, la arreglé yo, nada más que no me fijé que la parte de la manija el eje no estaba completamente en línea, sino que estaba caído, entonces la forcé y se me rompió la pieza, se me rompió, le dije: Salvador ya la regué, eso fue todo lo que le dije, entonces el chaparrito que estaba allí sentado es soldador, entonces le dije: fíjate que me pasa esto y esto y le dije dile a Salvador que te preste la llave para abrir la bodega para arreglar la campana, entonces allí iba Salvador y le digo ¡oye Salvador, préstame la llave para abrir la bodega, para sacar la pieza de la campana, y que me dice: ¡yo necesito puros trabajadores profesionales. ¡Chíngale!, y no me abrió la puerta, entonces el señor que está arreglando las máquinas, que se llama, Pablo, que traía soldadores, que me dice ¡qué le pasa señor Tacho, no se preocupe todo tiene solución, entonces le habló a uno de sus trabajadores, uno de los soldadores, mira, pasa esto y esto, si hombre yo se lo soldo, pero necesito llevarme la pieza, es el arco donde va la campana, sí, yo me lo llevo dice, nada más que necesitamos pedir permiso para llevarla porque hay que calentarla, como es fierro colado necesitamos calentar la pieza, ya después de calentarla soldarla, porque así en frío no, tiene riesgo de que se temple y se rompa, necesitamos calentar la pieza, y se la llevaron, ya me la trajeron y la volví a armar, y sí quedó, claro que ya no da vuelta completa, pero si suena la campana. No tenía su badajo, sabes qué le dije: allá por mi colonia había una fundición, chiquita, pero trabaja, hágame en la computadora, hágame un badajo, un dibujo, ya le digo cuánto me cobran allá, sí me la hicieron, me hicieron el dibujo del badajo en la computadora, entonces este muchacho que trabaja aquí que le digo: necesitamos bronce, Aristeo, mira que necesitamos bronce ¡yo tengo allá en mi casa, traigo válvulas, traigo esto y lo otro, traigo toda la pedacería! Pues, tráelo, pues ya me los trajo para el badajo, y me hicieron el badajo, aquí los muchachos lo soldaron.
PJ: ¿La locomotora que nos dice es la 507, la que corría por el Nacional de Tehuantepec?
JAR: Eso sí no lo sé, esa máquina estaba allí en Aragón, en el jardín de la Aragón.
PJ: ¿Entonces en eso se ocupa cuando viene aquí al museo?
JAR: Ya nomás vengo aquí a distraerme, aquí hubo una reunión como de doce muchachos, ya quedamos de acuerdo de venir aunque sea para hacer cualquier cosa, apoyar a Salvador, entonces me comprometí, solamente vengo los jueves, todos los jueves después de aquí nos íbamos a las asambleas allí en La Raza, últimamente ya dejé de ir, yo no voy a las asambleas, ya nomás vengo los jueves aquí, ya la farola está así y le digo: es aluminio, es muy delicado el aluminio. Eso no se le puede golpear mucho porque se marca, entonces eso fue lo que hice y allí está la farola, estaba yo en el cabús, estaba yo quitando la pintura, que esto que lo otro, pero resulta que un día se perdieron unos discos, pero no sé qué discos eran. Pensé que eran discos de esmeril, para cortar fierro y todos eso, y un día vengo yo, traigo mi herramienta; traía un cincel para quitarle toda la pintura del cabús, un día vine, ahora la muchacha, esta Claudia, le digo: señorita Claudia ábrame la bodega, ábrela porque voy a trabajar, entonces me dice ¡solamente le voy a venir a abrir y enseguida cierro porque tengo órdenes de Salvador Zarco de que la tengo que cerrar. Entonces que le digo: ¡señorita Claudia ábrame la bodega, y dígale a Salvador que por conducto mío me va a dejar abierta la bodega, usted no tiene la culpa, le digo, a usted le están dando una orden y tiene que cumplirla, pero yo le estoy diciendo que me la deje abierta, yo me hago responsable y si quiere que me venga a ver. Sí me fue a ver, pero no me dijo nada, nomás me saludó. Desde esa fecha ya no volví a meter la mano. Fueron tres humillaciones que me hicieron aquí ese día que no me quiso abrir, eso de los profesionales, lo del cabús, esa vez que estábamos arreglando el lavadero que está aquí al lado donde las muchachas hacen su limpieza, con ese muchacho Luis que está aquí lo arreglamos, el lavadero estaba roto, estaba reventado, entonces traje mi herramienta y con arena y cemento ya la arreglamos. Fuimos a comprar a la ferretería que está aquí cerca toda la tubería para que estuviera conectado al drenaje, pero era de plástico, lo compramos, traje la nota, sobraron puros pedacitos, se me ocurrió llevármelos, en una bolsa de plástico los llevaba, pues me alcanzaron allá afuera, ahora la que es esposa de Salvador Zarco, entonces estaba como trabajadora en ese tiempo, me alcanza y me dice ¡Oiga señor Tacho venga pacá, qué se lleva!. ¡Qué le digo: qué quiere que me lleve señora Chela! Aquí está es pura pedacería, eso ya no sirve, todo pasó, le entregué la nota y no me lo pagaron. Ya son tres humillaciones yo creo que ya está bien.
PJ: ¿Y el resto de su tiempo a qué lo dedica?
JAR: Pues allá me entretengo, mi esposa tiene unos pollos, entonces les barro, voy al mercado, luego les pico su alfalfa y así, luego me voy a Iztapaluca, después me vengo para acá, o sea que no estoy quieto en mi casa, me voy a Iztapaluca, tengo unos compadres, y si no voy a mi terreno voy con mis compadres, nada más que la verdad les gusta el pulque, entonces me voy a echar unos pulques.
PJ: ¿Quiénes más se reúnen?
JAR: Pánfilo que trabajó en Pantaco, también son ferrocarrileros, y este muchacho Aristeo, que también es ferrocarrilero, somos los que venimos.
PJ: ¿Ya no se junta usted con los del sindicato?
JAR: Ya no.
PJ: ¿Ni con los jubilados?
JAR: Iba yo a las asambleas los jueves, pero ahora ya no voy.
PJ: ¿El jueves hay asamblea de jubilados?
JAR: Sí.
PJ: ¿En dónde?
JAR: En Rodin número 20, me parece, es Rodin 20 donde está el sindicato, Pánfilo. Ahora como ya no voy creo que es un jueves sí y un jueves no, como ya no voy ya no sé qué día es festivo y cuál no, y cuándo hay asambleas.