Revista Digital

42

mayo – agosto 2021

Las ferrocarrileras hablan. Entrevista realizada a Euridice Roldan Herrera, Santa Delgadillo Delgado y Julieta Arciniega Tetelpa

revista digital

42

mayo – agosto 2021índice

Patricio Juárez: Buenas tardes a todas y a todos quienes nos acompañan en esta transmisión, a nombre de la Secretaria de Cultura, a través del Centro Nacional para la Preservación del Patrimonio Cultural Ferrocarrilero, les damos la más cordial bienvenida a este “ Ciclo Charlas de Café con Vías Convergentes: Un espacio de dialogo para reflexionar sobre el ferrocarril y sus protagonistas”, esta primera charla se da en el marco del día internacional de las mujeres y lo que pretendemos con ello es visibilizar el trabajo femenino en los ferrocarriles en ese sentido es un honor iniciar este ciclo con la presencia de quienes me acompañan en esta mesa, mujeres que laboraron en FNM (Ferrocarriles Nacionales de México) y por lo tanto les doy de nuevo, la más cordial bienvenida a quienes están conmigo: Julieta, Eurídice. Por favor, en dos minutos, me pueden decir su nombre completo y su cargo en Ferrocarriles Nacionales de México.

Julieta Arciniega: Mi nombre es Julieta Arciniega Tetelpa, fui telegrafista y jefe de estación en Ferrocarriles Nacionales de México de 1977 a 1998, fui jubilada cuando la concesión de los Ferrocarriles Nacionales de México, me jubilaron a los 39 años de edad.

Patricio Juárez: ¿Eurídice?

Eurídice Roldán: Mi nombre es Eurídice Roldán Herrera, buenas tardes a todos, yo fui telegrafista en Ferrocarriles Nacionales de México iniciando un 6 de abril de 1991 hasta el año de 1997.

Santa Delgadillo: Hola, buenas tardes, mi nombre es Santa Delgadillo Delgado me inicié como telegrafista el 26 de febrero de 1991 y fui liquidada con la privatización en agosto de 1997, laboré como telegrafista B y estoy aquí, a sus órdenes.

Patricio Juárez: Ok.

Ivonne Morales: ¿Qué tal? Buenas tardes, mi nombre es Ivonne Morales Fernández me inicié laborando en el año de 1988, perdón… sí, 1988, fui telegrafista, jefe de estación, despachador de trenes, jefe de oficina telegráfica, ayudante del jefe de despachadores, jefe de despachadores e auxiliar, actualmente todavía sigo laborando para la empresa FERROMEX, ahora soy gerente de la Región Pacífico. El papel de la mujer pues si ha sido bastante difícil y pues todavía seguimos, seguimos trabajando.

Patricio Juárez: OK, muchas gracias a todas, pues yo la siguiente pregunta que les hago es en el sentido de que me platiquen o nos platiquen a todos los que nos están viendo, este, ¿Cuáles fueron las dificultades o cuáles fueron los pasos o el procedimiento para llegar al lugar en que ustedes llegaron? Digamos, su capacitación desde, ayer preguntaban desde que comenzaron como a, chicharear, dijeran en el lenguaje ferrocarrilero, como comenzamos con nuestra presentación por favor, otra vez.

Julieta Arciniega: Bueno…

Patricio Juárez: Alrededor de cinco o seis minutos.

Julieta Arciniega: Sí, este, pues yo comencé a chicharear a los trece años porque, pues en realidad ahí en el pueblo donde vivía pues no había mucho que hacer y pues vivía enfrente de la estación y siempre para mí me llamó la atención el telégrafo porque quería yo saber qué era ese sonido, qué era, lo que significaba, qué era lo que quería decir. Entonces, una vez pasé por ahí y un telegrafista me dijo que si me interesaba ser telegrafista, le dije que sí, me dio la clave morse, la empecé, la aprendí a los dos días. Él… este pues ya empecé a chicharear, pero el primer obstáculo que tuve fue que el jefe de estación no quería mujeres en la estación, entonces, le prohibió al telegrafista que yo fuera a la estación porque decía que las mujeres eran para la casa, para hacer el quehacer, para todo, entonces, yo tuve que buscar otra forma y me fui a otra estación de ahí, cerquita de Paso del Toro, que quedaba a diez minutos de ahí. Empecé a trabajar, a practicar con el jefe de estación, Aurelio Díaz Gómez, por cierto muy buen Jefe de Estación, lo malo es que el obstáculo era que yo no tenía dinero para los pasajes, pero como el jefe vio que yo tenía muchas ganas de ser telegrafista, él me dijo: “no te preocupes, yo te voy a dar para los pasajes¨. Entonces, ahí empecé a practicar con él y este pues, a los… ahí estuve practicando bastante tiempo porque en ese tiempo las escuelas de telegrafistas demoraba mucho tiempo para abrirse, para formar nuevos grupos, entonces a los 18, iba yo a cumplir 18 años cuando me dice el jefe: “Julieta, ¿ya estás lista para irte lejos?”, me dijo, “pues, ya van a abrir un curso”, lo malo que me topé porque yo no era de familia ferrocarrilera, entonces ya en el sindicato me pusieron las trabas como siempre, de que no podía yo entrar porque no tenía quién me recomendará, porque no tenía familia ferrocarrilera y me pidieron un dinero, ¡fíjese, eh! Me pidieron un dinero para poder entrar a ferrocarriles, mi papá hizo el sacrificio de darlo, me lo dieron, me dieron mi carta de recomendación, me fui a la Ciudad de México y ahí otra vez las trabas, “que espérate que todavía no te podemos dar la carta para que hagas el examen pues”… porque ya saben, dinero. Ahí está otra vez, ahí ya no tenía dinero y el jefe fue el que le regalo una botella y fue que me dieron la carta para poder hacer mi examen de telegrafista. Y pasé el examen, estuve un año en la escuela de telegrafista, salí a trabajar y pues siempre a nosotras las mujeres, como yo no sabía nada de ferrocarriles, nos hicieron como quisieron, me mandaban a estaciones para trabajar de las cero horas, los jefes de estaciones, había unos jefes que eran muy buenos, pero había unos jefes demasiado malos que nada más nos dejaban el cubículo donde estaba la telegrafista y nada más, nos cerraban los baños, no podíamos entrar a los baños , ahí teníamos que andar buscando entre los carros para ir a hacer nuestras necesidades porque no había en dónde hacer las necesidades fisiológicas, ahí si hubo muchos problemas para nosotras las mujeres porque la verdad pues los hombres como quieran, pero nosotras como mujeres y trabajando en la madrugada, ¡Imagínese! En una estación donde nada más estaba la pura estación y los carros alrededor, si era un peligro para nosotros, pues no había otra forma de defendernos porque la verdad teníamos que trabajar, nos mandaban a la estación, y que si no íbamos a esa estación nos contaban el tiempo de no presentarnos, nos ponían como “abandono de servicio” y nos corrían, y pues ya de ahí me casé, me hice Jefe de estación y ya tuve más, este, más chance de trabajar en las estaciones, ya este conocía yo más de ferrocarriles, ya dejé de sufrir un poco porque en realidad cuando uno está inexperta en la vida se te dificulta, pero pues aun así estuve trabajando todo este tiempo, cubrí muchos puestos como: jefe de estación, ayudante de jefes de despachadores, este, telegrafista, estuve mucho tiempo en la telegráfica y finalmente me jubilé como Jefe de estación en la estación de Vicente, Oaxaca, y este, pues gracias a Dios si estoy bien.

Patricio Juárez: Gracias, ahora le pedimos a Eurídice que nos comparta también su experiencia, ¿no? En ese mismo sentido de su capacitación, los trabajos y en dónde…por dónde a andando.

Eurídice Roldán: Pues mi capacitación empezó en la estación, donde yo vivo, Empalme El Rey. El primer obstáculo fue mi padre que no creyó, él decía que no, pues al verme practicando en ese aparato, ¿no? (la clave morse). Él me decía que, qué hacía, que pues que nada más me estaba haciendo tonta que mejor me pusiera a trabajar en otra cosa porque realmente solo no iba a servir de nada. Posteriormente, el jefe de estación que muy amablemente me enseñó y siempre estuvo conmigo, el señor Francisco Javier Rodríguez, él me dijo: “échale ganas, tú vas a poder, vas a salir adelante y vamos a demostrarle a papá pues que no estás jugando, que esto realmente es para que entres a esta empresa”. Gracias a Dios, así fue, fueron más o menos un año que estuve practicando, como ya le decía a usted, lo decimos los ferrocarrileros, ¿no? chichareando, empezando el telégrafo. Con esta persona viajaba yo de Empalme El rey hasta Agustín Hidalgo, todos los días en un tren que corría de Buenavista Beristaín el número 61 y 62 a las nueve de la mañana pasaba, a las 16 horas ya veníamos de regreso, esto fue durante un año.

En sí, para poder entrar no tuve mucha complicación gracias a Dios y a él, insisto, a esa persona, jefe de estación, porque él me fue encaminando, él me llevó al sindicato, al edificio administrativo, en sí, él me ayudó a arreglar pues toda mi documentación para poder entrar, ¿un poco complicado? Sí, por la edad porque empecé a los catorce años, entonces era menor de edad, ¿no? El tiempo que estuve también en la escuela, en la terminal Valle de México, fue alrededor de un año, me parece, recuerdo que año y medio, estuvimos preparándonos para ya para salir a trabajar. Desde un principio yo siempre pedí, yo quería conocer más del mundo de los ferrocarriles, creo que fue muy corto el tiempo que yo estuve ahí. Me decían, saliendo ya, terminando el curso: “pues te puedes quedar en la terminal del Valle”, ¿no? , yo quería salir, yo quería conocer.

Desde un principio, insisto, me fui la división Pacifico. Puedo decir que recorrí la mayoría, ¿no?: Acámbaro, San Lázaro, Cárdenas, casi los siete años fueron allá, fueron unos días en Guadalajara, otro poco tiempo fue en Buenavista y al final en la terminal del Valle de México, cuando desafortunadamente, bueno pues, llegó la liquidación, ya no hubo oportunidad de ascender e hice examen para despachador de trenes, pero pues no, ya no se pudo, ya no se pudo hacer más, solo orgullosamente puedo decir que fue poco, ¿no?, pero como telegrafista B estuve en varias estaciones, bueno, pues terminé en el Valle de México, que ahí fue donde me tocó la liquidación. Eso es lo que yo les podría compartir.

Patricio Juárez: Bueno, muchas gracias, Eurídice. Santa nos puedes ahora compartir tus experiencias y, como les he ido comentando, su procedimiento, su capacitación y sus lugares donde hayas trabajado.

Santa Delgadillo: Claro que sí, con mucho gusto. Bueno, al igual que la compañerita Julie, yo no tengo familiares cercanos, muy cercanos a mí en ferrocarriles, entonces, este, igual me llamó la atención mucho el ruido de la clave morse, fui con el jefe de estación de Somorriel, Hidalgo, que es el señor Miguel Ángel Taboada Gómez, el jefe de estación bien amable me enseñó la clave morse, me gustó este mundo, aparte, como así nos los hizo explicar, este, un mundo aparte, el lenguaje morse es diferente. Entonces, como obstáculos pues yo creo que en general, el de todas las mujeres, el ser mujer, precisamente, estuve chichareando ahí en la estación de Somorriel, Hidalgo, me fui al examen al Valle de México, , quedé en el grupo del profesor Jesús Salguero, igual fui compañera de la compañerita Eurídice, fuimos compañeritas de grupo, ahí estuvimos un año en capacitación y pues empecé a trabajar en el Valle de México, de ahí pedí mi cambio a la división Querétaro, me fui a la estación de Escobedo, en Escobedo tuve la oportunidad de conocer muchas de las estaciones de ahí, de la división Querétaro, como Querétaro, Celaya, Irapuato, incluso fuimos hasta San Luis Potosí y es una experiencia bien bonita, pero le digo que como obstáculos precisamente pues el ser mujer, entonces, como en muchas ocasiones si es uno objeto de, como de, la falta de respeto y por lo mismo uno tiene que defenderse como pueda, entonces, pero en general todos nuestros compañeros, los jefes de estación con los que yo tuve alguna conexión, relación, nunca nos faltaron al respeto, entonces, pero si es una aventura bien bonita porque tienes la oportunidad de conocer muchos, muchos lugares que uno, acá en su lugar de origen no podría yo conocer.

Pues igual, otra dificultad, como dijo Julie, las cuestiones de las necesidades fisiológicas, eso era un tema aparte, la verdad es que todo estaba estructurado para hombres no para mujeres, entonces uno tenía la necesidad de buscar alternativas y bueno, de la de Querétaro ya me regresé a la División México, me fui a trabajar a Pachuca, estoy muy cerca de mi tierra. De Pachuca ya me regresé al Valle donde pues desafortunadamente en agosto del 97 me llegó la liquidación. Estuve muy contenta trabajando siempre, yo únicamente fui telegrafista, ayudante de jefe de oficina y solamente eso, telegrafista, pero fue una experiencia bien bonita el haber aprendido la clave morse.

Patricio Juárez: Gracias, Santa, ahora le damos la palabra a Ivonne, que nos platique su vida ferrocarrilera que hasta donde tenemos noticia, continua, por favor, Ivonne.

Ivonne Morales: Claro que sí, con mucho gusto, bueno este, también inicié muy jovencita, apenas tenía diecisiete años cuando comencé a practicar como telegrafista o chichara, como nos decían a nosotras, en la ciudad de Tierra Blanca, Veracruz. Ahí estaban unas oficinas que, bueno, las condiciones de las oficinas la verdad ha sido lamentable durante todo el proceso de nacionales que viví, nunca tuvieron una muy buen imagen e higiene, pues no tenían un mantenimiento adecuado, entonces, para ser mujer, era bastante difícil, rodeada de hombres, en un grupo que comencé en donde había al menos quince hombres y era la única mujer, a mis diecisiete años me topé con muchos varones fuertes, de carácter difícil porque al menos a esa edad uno se siente como que estás en medio de una jauría de lobos porque sí, todos te miran y casi casi te quieren comer con los ojos, pues obviamente entrando en un ambiente de trabajo en donde normalmente había hombres y la verdad es que necesitaba uno mucho valor para hacerlo, si, la verdad sentía miedo, a veces sentía miedo, a veces sentía que caminaba y me sentía tan débil o tan frágil entre tantos hombres, pero algo dentro de mí me hacía salir adelante. En el año de 1987, que fue cuando yo inicié, en Tierra Blanca, pues conviví con varios hombres, ahorita escucho a mis compañeras hablar y la verdad que como se revive ese cassette de todo lo que viví y que realmente está ahí, ¿no? Está vivo, está latente, yo, contrario a ellas, soy una persona que vengo de familia ferrocarrilera totalmente desde mis bisabuelos, tengo mucha familia ferrocarrilera, entonces de alguna forma, pues, siempre conté con ese respaldo de varones dentro de la misma empresa para no sentirme tan descobijada, pero sí, realmente en las oficinas llegamos a estar tan sola y llegaban pues ahí las tripulaciones compuestas de varios hombres y así como que te sentías así un poquito pues expuesta ¿no? Era complicado, era difícil, sin embargo, me siento muy orgullosa, la verdad, porque logré tantas cosas, viaje por tantos lugares como dice mi compañera Julie. Yo estuve por muchos lugares, estuve en Tierra Blanca, en Rodríguez Clara, por parte de lo que fue la región Sureste, también estuve en México, en Puebla, en Valle de México, estuve en Aguascalientes, en Irapuato. Actualmente radico en Guadalajara y bueno si ha sido un peregrinar por gran parte de la republica que eso antes nos lo permitía, el mismo trabajo nos lo permitía, que pudiéramos nosotros aplicar para un puesto en cualquier lugar de la república, cuando fue Nacionales de México, posterior a eso pues ya no, ya no se pudo, una vez que se privatiza la empresa, pero sin embargo conforme fue pasando el tiempo fui testigo, fui testigo, de esa trasformación de los ferrocarriles porque cuando viene la privatización empieza a cambiar todo, empieza a venir la modernidad, empieza ya obviamente los telegrafistas ya fueron eliminados, los jefes de estación poco a poco también fueron eliminando y bueno, afortunadamente, digo, en el momento que tuve la oportunidad siempre busqué un puesto más, un puesto más arriba, entonces estudié pues para jefe de estación y después para despachador, entonces, eso a mí me abrió mucho las puertas, ¿no?

Posteriormente a esto yo también estuve estudiando, hice mi carrera porque soy licenciada en contaduría y también a la par con el trabajo siendo mamá, teniendo hijos, haciendo una carrera, trabajando en horarios también así, de relevos que un día vas en la tarde y otro día vas en la mañana, otro día vas en la noche, entonces la verdad sí, fue un camino y ha sido un camino bastante difícil, lo que comentaban entre mis compañeras también, compartí muchos años, muchos años de trabajar en el turno de la noche, de la madrugada, inclusive en una de las experiencias y que más miedo sentí fue cuando yo trabajé en la terminal de Tierra Blanca Carga, que es una estación que estaba a medio patio, medio patio, estamos hablando de muchas vías llenas de carros y no había transporte y tenía que caminar como tres kilómetros, caminando a las once de la noche para entrar en el turno de las doce con un miedo terrible porque había personas indocumentadas entre los carros del ferrocarril y que la verdad era bastante difícil y había que armarse de mucho valor, la verdad, para ir a trabajar, pero la verdad tengo el honor y el gusto de decir que en toda mi carrera ferrocarrilera solamente una vez, una sola vez, he faltado al servicio, los demás días pues siempre han sido por vacaciones, por maternidad, por alguna incapacidad, pero que yo, por mi cuenta haya faltado al servicio, solamente una sola ocasión. Entonces porque a mí, el compromiso con mi trabajo es tan fuerte que lo llevo dentro de mí, no es algo de lo que yo me pueda deslindar, inclusive pues mis familiares a veces me dicen “es que trabajas mucho”, pero pues es algo que a mi gusta, que me agrada, que siento que llevo en mí y eso me ha abierto mucho las puertas, me siento muy agradecida por todo lo que he logrado…Creo que ya me excedí un poco, ¿verdad?

Patricio Juárez: Gracias, Ivonne. Bueno, este, viendo, escuchándolas a ustedes me gustaría hacerles otra pregunta, es en cuanto a las categorías, yo sé que era escalafonario. y era también de acuerdo a la estación en la que trabajaran y todo eso, pero como vivieron ustedes o como sintieron en la cuestión de que digamos que yendo a la nómina entre ustedes y los compañeros ahora sí que hombres, ¿no?, ¿cómo era su salario? Digamos ser telegrafista o en este caso ser jefa de estación en cuanto a ustedes y con jefe de estación hombre, ¿cuál era… había alguna diferencia o les pagaban igual?

Julieta Arciniega: Nos pagaban igual, nos pagaban igual el trabajo, bueno, jefe de estación, había estaciones donde te daban comisión de express y era un poco más el salario y de telegrafista pues no, era el mismo sueldo de acuerdo también a la clase, porque había clases de estación, por ejemplo, cuando trabajaba uno en la telegráfica, este, de primera pues era un sueldito un poquito más porque te pagaban más tiempo extra de que había teletipo, te pagaban una hora extra, pero en realidad el salario para hombres y mujeres era igual, no había diferencia de nada.

Patricio Juárez: ¿Alguien más?

Ivonne Morales: Como comenta Julieta, ¡ayyy, perdón, perdón! (le gana la palabra a Santa), lo que comenta Julieta es muy cierto, el salario en Nacionales de México era de acuerdo a la estación en donde trabajabas, había estaciones de primera y tenían un mejor sueldo, pero ahí si era el sueldo era el mismo, cuando ya viene la privatización es como cuando hay un poquito de cambios, que eso es lo que yo he vivido, este, no se daban así como tan rápido las cosas, había que trabajar, como que invertir, es una parte de invertir tu trabajo como para que después ya tengas un beneficio, pero eso es de manera general, no es nada más de las mujeres, en la parte complicada de ser mujer y para lo que nosotros tuvimos problemas, o al menos de parte mía, pues es el hecho de que la mujer pues como ha ido cambiando en todo México o sea, la mujer que es y luego era tan participativa en los trabajos, o sea siempre se tuvo a la mujer como que la mujer es para cuidar a los hijos, para hacer el quehacer, para estar en casa, entonces, hoy por hoy la mujer ha destacado en tantos puestos, en tantos trabajos que, la verdad, está siendo un papel bastante importante, por no menospreciar a los hombres por supuesto, porque hay hombres que son la verdad muy buenos para trabajar, pero hay algunos que no, entonces, esos que no han querido ser pues alguien que quiera progresar es ese espacio que nos han dejado a nosotras las mujeres para destacar en los diferentes trabajos porque hoy por hoy, hasta en la rama de la construcción tenemos a mujeres trabajando y eso la verdad es un honor, es un honor de deseo de tanta mujer pues que ha salido adelante.

Patricio Juárez: ¿Alguien más que nos pueda comentar algo al respecto?

Santa Delgadillo: Bueno, solamente para confirmar como dijo la compañerita Julie, era de acuerdo a las estaciones en las que laboraba uno, este, había telegrafistas, como en mi caso, que nada más fui telegrafista, desgraciadamente a las mujeres telegrafistas en línea, que se llamaba así, si percibían un salario un poquito más bajo que en estaciones, como se dice terminales o de primera o extra-primera, que es el caso de Buenavista, si había un poco de diferencia en el salario, pero en comparativa con los hombres se pagaba igual, igual, igual.

Patricio Juárez: ¿algo más que quieran compartir con nosotros, con la gente que nos está viendo que es lo que nos este… además de todo lo que ya nos han dicho: las dificultades, la vida y bueno, pues, pues que nos digan a ver qué otras cosas quedaron en el tintero o quedan en el tintero, bueno de las tantas que pueden quedar, pero alguna que en este momento se les venga a la memoria?

Ivonne Morales: Pues nada, solamente agradecerles esta oportunidad que nos brindan a las mujeres en este caso, pues, escogieron la rama de las ferrocarrileras, pero la verdad es que hay tantas mujeres en la república mexicana y en el mundo entero que día con día estamos luchando para salir adelante, para sacar a la familia adelante, trabajamos para un país donde prolifera el patriarcado y pues las mujeres hoy por hoy realmente tienen mucho valor y ojalá que esta entrevista que nos hicieron pues sirva para que muchos hombres pues empiecen a valorar más a sus mujeres porque pues venimos de la mujer todos y la verdad es que sí, merecen mucho respeto y a nombre de todas aquellas que han perdido la vida o que sufren maltrato, pues que también que ojalá sirva para ese apoyo de ellas, gracias, gracias por darnos esta oportunidad.

Patricio Juárez: Entonces, como les comento, vamos escuchar el testimonio, ya que no se pudo integrar a la mesa por las cuestiones del Covid, se tuvo que ir a la vacunación, nos dejó aquí su testimonio Sonia, adelante con el testimonio de Sonia Antonio de la Rosa.

Santa: Si me permiten, voy a dar una pequeña muestra de telégrafo antes del video.

Patricio Juárez: Sí, por favor.

Santa Delgadillo: (hace uso del telégrafo) Lo que transmití es: “Y que vivan las mujeres ferrocarrileras, saludos”.

Sonia Antonio: Buenas tardes, mi nombre es Sonia Antonio de la Rosa, nací en una pequeña comunidad llamada Mojarras, rumbo a la frontera sur del estado de Chiapas. En mi época las niñas estaban destinadas al casamiento a temprana edad y a tener muchos hijos, sin embargo mi mamá quería algo mejor para mí, entonces, escucho que pasó el señor Vallejo y decía que ya que había mujeres telegrafistas, yo me empecé a acercar a la estación, a hacer los informes de los express 38 y 39, el corte de boletos, todo lo que se hace en las estaciones, después ya me dejaban las estaciones, pero siempre en mi existía un poquito de interés porque de las personas de ahí, del pueblo, pocas sabían leer y escribir, entonces un señor andaba buscando quien hiciera los formatos de, de… para transportar el pescado de un lugar a otro que se llamaba SPD 12 (¿?) y le dijeron la niña que está en la estación lo puede ayudar. Él se comunicó y me dijo: “Oye, hija, ¿puedes hacer los formatos?-Sí, usted me dice cómo; nombre, dirección, remitente, consignatario, cuántos kilos pesa y lo que se cobraba”, y poco a poco me iban agrandando mis conocimientos en la estación, después ya que tuve 17 años, pues ya pensé en venirme a la escuela de telegrafista, pero antes mi mamá decía: “pues si no eres telegrafista, pues vas a tener que hacer la costura o cultora de belleza o algún oficio así, para pasar la vida, ¿no?”. Y yo decía: “pues yo mejor quiero ser telegrafista”, pero no tenía idea de lo que me enfrentaba, lo que era ser telegrafista. Así viajé en 1965 y me presenté ante el maestro Piñera, el instructor de telegrafistas, y le dije: “maestro, yo quiero ser telegrafista”, “¿usted?”, “si”. Me hizo una prueba y me dice: “tienes muchos errores, pero faltan dos o tres meses para que se abra la escuela, puede usted venir diario y practicar”.

Iba diario a la escuela hasta que se formó el grupo. Un cinco de diciembre de 1965 estaba asentando escalafón en la estación de Tonalá, Chiapas. Trabajé todo el 66 en el PA, Ferrocarril Panamericano, después regresé a México y me inscribí en la escoleta. Mientras se habría la escuela de jefe de estación anduve en muchas estaciones: en Huehuetoca, en El Salto, en Tula, en Huichapan, en Rayón, después asenté escalafón en Aragón, y Nopala, y ya para regresar a mi división, me dijeron que estaba aquí una estación de Tetecalita, Morelos, fue como llegué a la línea C y aquí me quedé. Con el tiempo, después de jubilada, comencé a estudiar, ese sabor me quedó de responsabilidad todavía del manejo de las órdenes, el trabajo exigía mucha concentración, exigía no faltar, no tener faltas y estaba acostumbrada a todo eso. Vi que en las estaciones también era una gran responsabilidad manejar la bandera de señales, el efectivo, en todo lo que se relacionaba con la agencia. Así fueron muchos años, 32 años que trabajé en la empresa de ferrocarriles. Allí también en el turno de Cuernavaca, que tarde 20 años, pues siempre andaba apurada por atender la casa, los hijos y fuimos creciendo como familia, estando atentos, sin dejar de trabajar, fueron unos tiempos difíciles como mujer porque en el turno de cero a siete, tenía que ir al trabajo, y embarazada de siete meses o con migrañas al estar atendiendo al despachador, fue un tiempo en el que pues si era bastante absorbente, de mucha responsabilidad. Creo que todos los ferrocarrileros teníamos responsabilidades, pero en el puesto de telegrafistas se necesitaba de tiempo, de todo el pensamiento, de estar atenta. Yo así, llegaban mis familiares a saludarme y si el despachador estaba llamando, pues tenía prioridad, los trenes tuvieron siempre la atención que se debía, el tiempo que se requería, la concentración en las ordenes, el no titubear, no equivocarse, todo eso…pero al final, reconoce uno que ser ferrocarrilero, la empresa nos hizo responsables, la empresa nos hizo personas valiosas porque veo entre mis compañeras que también ellas pasaron momentos inolvidables, momentos de mucha atención con los trenes, con el efectivo y todo lo que se requiera para la responsabilidad siempre, el pensamiento siempre estuvo en la estación. No fue fácil ser telegrafista, sin embargo fue un trabajo hermoso, pues gracias a ese trabajo se tiene una pensión. Hoy ya llegando a esta edad, solas, las secuelas que a veces uno se pone nervioso, todavía recuerdo los trenes, silbatos y todavía me acuerdo de la empresa, del telégrafo, de eso que marcó mi vida, que estuvo más en mi vida, más que otras cosas, fue más responsabilidad, más estar concentrada, pensando siempre en la estación, pensando siempre en las órdenes del tren. Creo que fue una maravillosa experiencia en la vida como para después disfrutarla o sentarse de este otro punto de vista a verla, a criticar lo que fue la vida, ¿por qué no? se pregunta el ser humano: “¿qué es la vida?” Pues mi vida fue llena de responsabilidades y el telégrafo, pues eso lo llevamos hasta hoy, hay gente que trasmite hasta hoy muy bien, hay gente que siempre está practicando, todavía escuchamos el telégrafo y nos acordamos de todo lo que vivimos, de todo lo que fue, de todo lo que compartimos, de todos los momentos difíciles y fue una gran experiencia, muchas gracias por este video, gracias al licenciado Román , gracias al Museo de Puebla por poner sus ojos en esta comunidad porque fueron muchos telegrafistas, fueron miles y miles de telegrafistas, pero la comunidad de mujeres somos como 250, no llegamos a mil y ya, nos conocemos poco, pocas hemos estado alejadas, pues tenemos comunicación y veo que todas ellas comparten la misma responsabilidad, los mismos problemas, muchas gracias por la invitación.


Descargar artículo